¿La técnica o la parafina?

Armar bloques de parafina de forma manual puede ser todo un desafío. Sin estación de inclusión ni fuentes de calor estables, hay muchos factores que pueden afectar el resultado final: la temperatura, el tiempo, el posicionamiento del tejido… y, aunque a veces se pase por alto, la calidad de la parafina.

Durante un tiempo, se observaban fallas recurrentes al armar los bloques: caras de corte irregulares, tejido mal asentado, huecos en la parafina o despegue parcial. La técnica era la misma de siempre. Las condiciones también eran similares a las que históricamente habían funcionado. Entonces, ¿qué estaba fallando?

La respuesta apareció al cambiar de parafina. El cambio fue inmediato: los bloques comenzaron a salir bien, incluso manteniendo el mismo procedimiento y condiciones. Lo único que se había modificado era el insumo.

¿Qué es la parafina y por qué es tan importante?

La parafina es el material que se utiliza para infiltrar y darle consistencia al tejido durante la preparación histológica. Se trata de una mezcla sólida de hidrocarburos saturados que, al calentarse, se funde y puede penetrar en el interior del tejido previamente deshidratado y aclarado.

Las parafinas utilizadas en el laboratorio suelen estar purificadas y modificadas con polímeros plásticos, lo que les otorga mayor resistencia mecánica y elasticidad. Esto permite obtener bloques firmes y cortes más finos, sin que se rompan fácilmente.

Además, tienen un punto de fusión específico, que suele estar entre los 56 °C y 58 °C para usos generales en histología, aunque también existen parafinas con puntos de fusión más altos (por ejemplo, 60–62 °C), que son más duras al solidificar. (Zarlavsky, 2014).

¿Puede una parafina afectar tanto el resultado?

Sí, y mucho. La parafina no es solo un medio de inclusión: es el material que estructura el bloque, sostiene el tejido y permite cortarlo.

Una parafina adecuada:

  • Se enfría de forma homogénea
  • Forma una matriz sólida y sin fisuras.
  • Se adhiere bien al tejido.
  • Permite cortes continuos, sin roturas ni artefactos.

Una parafina de mala calidad:

  • Se retrae.
  • Deja huecos alrededor del tejido.
  • No sostiene correctamente la estructura.
  • Forma bloques irregulares y difíciles de desmoldar.
  • Forma bloques que se desarman al desmoldar.
  • Genera cortes frágiles, irregulares o con despegues.

¿Qué nos enseña esto?

Que no siempre los errores vienen de la técnica. A veces el problema está en los materiales. Y poder identificarlo evita perder tiempo, energía y confianza en el propio trabajo.

Algunas recomendaciones

  • Probá distintas parafinas y compará resultados.
  • No subestimes los cambios pequeños: una diferencia de calidad puede tener un impacto enorme.
  • Documentá tus observaciones para respaldar tu criterio ante un mal resultado.

Los errores no siempre están en las manos. A veces, cambiar un solo material puede ser la diferencia entre un bloque fallido y un corte perfecto.

Referencias

  • GARCIA DEL MORAL, Raimundo. «Laboratorio de Anatomía Patológica» Interamericana-McGraw Hill, 1993
  • S.PODESTA, I.SANSON, «Introducción a las Técnicas Histopatológicas» Facultad de Medicina
  • Tomasí, H. (2013). Métodos histológicos. Aspectos teórico – prácticos. Universidad Nacional de Córdoba.
  • Zarlavsky, G. (2014). Histología Vegetal: Técnicas simples y complejas. Sociedad Argentina de Botánica.

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